viernes, 10 de junio de 2011

De otro lado

En los breves minutos

en que tu amargura se ausenta

y quizá sin quererlo me liberas

de ser este enfermero roto

recupera la luz su vibración de alborada.


El hoyuelo olvidadizo de tu mejilla

responde raudo a una alquimia lúdica

que nos aleja de aquí

o que nos deja aquí

pero nos saca de ahora.


En tus ojos hay haces azules

que dicen lo que callas;

que estuvo bien vivir,

que tanto imbécil dolor poco ya importa.


De otro lado nos llegan

esos breves minutos

y allá mismo se van

ya sin nosotros.

Vórtice

Han vuelto a mezclarse de mañana

las aguas que durante la cena dividimos

al rellenar las copas de licor.

Hemos dormido juntos tú y yo.

En pocas horas de socavones y grutas

(entre la lengua y la uretra) maduraron,

envejecieron siglos.

Por nuestros órganos porosos recogieron

a ciegas grumos y terneza, crémor y ponzoña

entre las flemas oliváceas de nuestra desazón.


Han vuelto a encontrarse de mañana

los cuerpos lacios que el sopor separó.

Hemos dormido muy lejos tú y yo.

Cada quien su marasmo y su depuración.

Al rozarnos de nuevo hemos abierto

una babel tartamuda de aversión y torpeza.

Pero en el agua añeja que se enrosca y se hunde

se entremezcla otra vez la aleve limadura

de los imanes que nos aliaron por la noche

y vuelven a danzar ya sublimados nuestros cuerpos.